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Oscar Navarro

Voluntario de CC ONG

¿Quién es Óscar Navarro?

Tienes que decidir si quieres que hable mi payaso o hable yo.

¿Puedo hablar con Óscar?

Tienes suerte, está aquí. Aunque a lo mejor hay preguntas para los dos.

¿Óscar en qué momento decidiste hacerte payaso?

Es que ser payaso… como no hacer de payaso. Es la profesión más maravillosa del mundo, pero también la más complicada. Si te respondiera desde hoy, te diría que elegí ser payaso porque fracasé en el intento de ser un ser humano «normal» y corriente. Si me preguntaras cuándo le dije a mi madre que quería ser payaso, te diría que fue cuando tenía cuatro años, y lo tenía muy claro.

Con CCONG viajas por el mundo participando en una actividad llamada Taller de Sueños. ¿Nos podrías contar de qué se trata?

El Taller de Sueños nace de la frustración de no poder vivir plenamente la realidad, así que tienes que inventarte un proyecto. Cada uno decide su destino, y yo quería hacer realidad los sueños. Como persona no lo he conseguido, pero mi payaso sí logra hacer realidad sus sueños. Por eso lo llamamos Taller de Sueños para hacer realidad. En estos talleres, los niños hacen dibujos de lo que para ellos sería un sueño.

¿Y qué es exactamente?

Pues no lo sé, porque cada día se va inventando. A veces, uno no puede vivir de la realidad, pero desde la perspectiva de un payaso, todo es posible. Y eso es lo que me alimenta.

¿Nos puedes hablar de algún dibujo que te traiga un recuerdo especial?

Elegir solo uno sería imposible. A lo largo de más de 20 años, hemos recogido muchísimos sueños de niños y niñas. Por un lado, estos dibujos son un documento, casi un testamento, porque muchos de esos niños posiblemente ya no están con nosotros o están profundamente afectados por el trauma que han vivido.

Óscar es una persona con mucho sentido común, y gracias a él he podido recoger estos sueños. Un sueño es la expresión de lo que un niño puede llegar a entender o vivir. Por suerte, un niño no tiene prejuicios ni demasiada experiencia, y eso le permite soñar libremente y expresar lo que siente, no solo lo que piensa.

A medida que crecen, esa capacidad de imaginar y creer que pueden ser lo que quieran se va perdiendo, se va «adulterando». Por eso, para mí, estos dibujos son auténticos tesoros. Si tuviera que explicarte uno, sería la portada del proyecto que tenemos entre manos. 

Conocí a este niño en Burkina Faso, en un orfanato. Me contó lo que le había ocurrido. Es un niño que sufrió una agresión. Su dibujo refleja lo que vivió en tres secuencias: la agresión, la violación por parte de un soldado y un helicóptero, que es cómo él interpretó la experiencia. Y, después, un arcoíris. Es como si me dijera: «Me han destrozado la vida, pero a pesar de eso, hoy me he reído en este espectáculo y tengo esperanza.»

En ese momento pienso: «Vale la pena hacer el Taller de Sueños y ser payaso.”

Durante estos años, has estado en países en guerra, en campos de refugiados, y has vivido experiencias muy duras. ¿Qué te impulsa a querer empezar otro proyecto?

Una vez leí una entrevista a un cooperante. Decía que, al ir a estos lugares peligrosos, claro que hay miedo porque puedes perder la vida. Pero si vuelves, no es porque seas valiente, sino porque quieres volver a sentir esa felicidad que eres capaz de transmitir y recibir en esos lugares donde cada segundo es un momento vital. La sonrisa allí no es como la sonrisa de aquí, porque la vida allí no es como la vida de aquí.

Por supuesto que vuelvo tocado. Me destroza. Óscar es la persona más deprimida, triste y pesimista del mundo. Pero gracias a eso, me vacío, y entonces es mi payaso quien se pone en mi corazón. Óscar se pone la nariz de payaso y, en ese momento, se convierte en el payaso que puede ser y hacer reír.

Si Óscar Navarro tuviera que dibujar su sueño, ¿cuál sería?

Yo no tengo sueños. Los vivo. Nunca he soñado, y cuando despierto, es cuando empiezo a soñar. Porque quien convierte la realidad en un sueño, aunque solo sea uno, es imparable. Ese es un motor de motivación y energía. Para mí, la vida no tiene sentido si no es para hacer algo positivo por quienes lo necesitan. Gracias a CCONG, cuando tomamos un avión, un tren o un coche para llegar a esos lugares, mi vida adquiere sentido.

También soy consciente de que mi payaso nunca terminará su trabajo, porque siempre habrá un niño o una niña que sufra. Por eso, siempre seré un payaso en desdicha. Pero, al final, la tristeza es el motor de la felicidad. Sin tristeza, sin decepción, sin rabia, no hay acción, reacción ni alegría.

¿Qué crees que Óscar Navarro se lleva de la experiencia de llevar a cabo este proyecto?

Todo. El sentido, encontrar un propósito para vivir, es lo fundamental. Un 90 % de mi payaso nació en el momento en que le propuse a una ONG que no conocía, y a un hombre que tampoco conocía, Rafael Jariod, que quería hacer de payaso en África en 2009. Creo que fue ahí cuando descubrí el verdadero sentido de mi vida.

La dimensión como persona se encuentra cuando sales de ti mismo, de tu mundo, de tu realidad, y haces algo por los demás. Ojalá se rompieran todas las armas y cayeran burbujas en lugar de bombas.

Muchas gracias y disculpa por romper el contrato que tenía conmigo mismo de no enchufarme a estos aparatos y de no expresar en una entrevista lo que siento. Tengo la sensación de que, al hacerlo, pierdo un poco de mi esencia. Pero soy una persona que, gracias a mi payaso, puede volar, puede soñar, aunque a veces, en el proceso, perdamos un poco la razón por la boca.

Tenemos que escuchar más a nuestro corazón y caminar.

Y si puedo, a mi payaso le gustaría añadir algo: «Un niño es lo que sueña… Y cuando sonríe, abre una ventana a la esperanza, permitiéndonos ayudar a convertir sus sueños en realidad.»