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CAMINANTES

Anna Centellas

Voluntaria de CCONG

«No vas a inventar nada. En cualquier caso vas a proponer… puedes opinar pero no vas allí a pasar por delante. «

¿Eres de mar o de montaña?
De montaña. Me gusta el verde, más que el azul, me relaja más. Nosotros venimos de las cavernas y en nuestro cerebro hay una
parte que necesita el verde. El verde del bosque, de la naturaleza, el que encontramos en los senderos.

¿Eres doctora por vocación?
No elegí la carrera hasta que llegó la selectividad y mi primera opción fue medicina. No tengo familiares médicos ni de pequeña pensé que sería médico pero sí que me gusta ayudar a los demás y soy una persona que piensa en colectivo. Creo que somos un todo y sufro al oír que hay una guerra, un terremoto… estudiar medicina me cuadró en este sentido.

Viajaste a Hombori, Malí, tres veces. ¿Nos podrías contar como fue tu experiencia como doctora?
La primera vez al bajar del autocar teníamos que vigilar para no pisar a la gente que estaba durmiendo por los lados . Me quedé aterrorizada y pensé que no volvería nunca jamás. Me impresionó muchísimo. Entonces me imaginé que había ido a parar a la infancia de mi madre porque tenían las gallinas sueltas y también recuerdo que me contaba que ella de pequeña iba a pasear a las cabras. Para entender dónde estaba tuve que retroceder como 50 años. Me situé, 50 años atrás y en África. Fui conociendo a la gente, viendo cómo funcionaban las cosas, la pobreza real del país. Siempre estás al lado de la gente de allí, no puedes ir de lista ni de prepotente ni ir a enseñar. Allí además hay unas directrices, el hospital, enfermeros y comadronas forman parte de un circuito que es el Nacional de salud. No vas a inventar nada. En cualquier caso vas a proponer… puedes opinar pero no vas allí a pasar por delante. Así te vas integrando, vas conociendo la gente, el territorio, haces vínculos.
Ves la riqueza de las personas, como Moussa Maiga. Y creamos el proyecto de la Mutua médica de Navarcles en Hombori. Te vas
adaptando y te das cuenta así de que el proyecto te llama y ahí viene el segundo y tercer viaje.

¿Recuerdas algún caso en especial?
Me trajeron una niña que tendría menos de seis meses con una infección muy grave en el brazo. El enfermero le quería dar antibiótico pero la niña estaba muy mal y dijimos de no dárselo para que fuera al hospital de Douenza y la pudieran ingresar. En ese momento las ambulancias aún no estaban financiadas de modo que la familia tenía que esperar al martes siguiente para vender dos cabras y conseguir ese dinero. Aquello me impresionó mucho.

¿Con qué dificultades básicas y más complejas te encontraste en Homborí?
Tener acceso económico a la salud es importante, el desplazamiento de la gente a los centros de salud también. Muchas mujeres paren en casa
lo que provoca muchas fístulas de malos partos. Hablamos de un país además donde la gente vive en pequeñas comunidades repartidas por el
territorio. El clima es muy cálido, semidesértico y con la escasez de agua no puede haber la higiene que tenemos aquí. La luz también era un problema. En el hospital había un generador pero el gasoil era muy costoso para ponerlo en marcha. Y no había buenas comunicaciones, no había cobertura y apenas teléfonos fijos, llamar era siempre un problema.

Hiciste una actividad muy intensa con CCONG hasta que decidiste ser madre. ¿Cómo te ha cambiado la vida la maternidad?
Sobre todo en que estás híper ocupada y que el tiempo ya no es tuyo. Aparte de tus obligaciones laborales, el tiempo y la logística gira
alrededor de mis dos niñas. Como persona me ha enriquecido pero el tiempo se tiene que distribuir de otra manera.

¿Les hablas a tus hijas de África?
Sí, ellas ya lo saben ven fotos… Les cuento que no hay que tirar las cosas y les enseño también a relativizar las cosas. Creo que si la
gente de aquí en general hubiese visto mundo. Por ejemplo a nivel sanitario, con las prestaciones que tenemos aquí… las opciones de
trabajo que hay aquí, de desplazamiento… Tenemos que dar gracias a las oportunidades que tenemos aquí porque somos afortunados.

¿Te gustaría ir con ellas a África?
Creo que ahora son demasiado pequeñas. Más adelante ya se verá. Quizás dentro de un proyecto escolar.

¿Qué te ha aportado ser voluntaria?
Yo digo que el viaje se hace a la vuelta. Cuando estás allí estás tan absorto con todo lo que estás viviendo que el viaje yo lo hago cuando he regresado y tengo que archivar todas mis vivencias. ¡Me faltan cajones! Para mí África es otra galaxia, es completamente diferente. Me he llevado de allí el saber relativizar las cosas, dar gracias cada día, ser agradecida, he conocido grandes personas como Moussa Maiga, ver otros mundos y ser más abierta de mente. La experiencia de querer ayudar, de no pretenderlo todo, saber que también te pueden engañar… es una experiencia grande que te ayuda a madurar y sobre todo te enseña a dar gracias.