“Íbamos con la idea de ofrecer un poco de tiempo de descanso a los niños, y nos encontramos con que muchos vecinos volvían a reunirse. Era desde la alegría de verse en una circunstancia lúdica y divertida.»
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¿Quién es Josep?
Josep soy yo, payaso, cuenta cuentos, formador en inteligencia emocional, una persona creativa, con inquietudes, y que hace unos años decidió probar otro modelo de vida, que era salirse de la carrera de la rata y buscar una vida con un sentido de servicio a los demás.
¿Qué te lleva a buscar esta otra vida?
Pues, me lleva una depresión que tuve con 42 años y un intento de suicidio, que después del tratamiento me enseñó lo mal que me había tratado y lo mal que había gestionado mis emociones desde la adolescencia. Entonces, a partir de ahí y de la formación que realicé en inteligencia emocional, entendí que muchos de los problemas que yo había tenido en mi vida se podrían haber solucionado con una buena formación. A partir de ahí me dediqué justamente a la divulgación de la inteligencia emocional para niños, adolescentes y adultos.
O sea, ¿lo que a ti te sirvió de ayuda es la ayuda que ahora ofreces?
Correcto, sí. De alguna manera se lo estoy devolviendo al karma. Para los niños los conceptos de autoestima, pensamiento crítico, asertividad, son conceptos un poco lejanos para ellos. Pero contados a través de los cuentos, a través del juego con el payaso, se pueden transmitir de una manera muy sencilla, muy divertida y que a los niños les vaya calando. El clown tiene esa magia, que es capaz de reírse de sí mismo. Tiene un humor blanco, no se mete con nadie y siempre está viviendo en el desastre. Es un ejemplo perfecto de resiliencia, de cómo el ser humano se encuentra con multitud de problemas y de cómo es capaz de resolverlos.
¿Crees que se debería enseñar gestión emocional en los colegios?
Creo que hace falta un cambio de paradigma y mucho más ahora con las inteligencias artificiales que van a asumir la mayoría de trabajos repetitivos y la mayoría de trabajos de documentación. Creo que se debería dar una vuelta al sistema educativo y enseñar a los niños creatividad, gestión emocional, finanzas, la gestión de tiempo… enseñarles a llevar una vida mucho más creativa y productiva porque para cuando ellos vayan a incorporarse al mercado laboral las matemáticas se van a solucionar con computadoras, la lengua se va a solucionar con procesadores de texto y si esas personas no tienen la capacidad de crear, de trabajar en equipo, de proyectar una vida mejor, lo van a tener muy difícil.

¿De dónde viniste el pasado octubre?
Vine de Colombia, concretamente de Barranquilla, donde estuve realizando durante dos meses talleres de animación lectora y cuenta cuentos vinculados a la Fundación Pies Descalzos. Tienen un programa en contra del absentismo escolar y ofrecen a familias y a niños con bajos recursos o con muchas posibilidades de abandono escolar una alternativa un poco más lúdica, más centrada en ellos. Gracias a CCONG he podido colaborar en este proyecto.
Vuelves y al cabo de muy poquito ocurren las inundaciones en Valencia, justo en la zona en la que tú vives.
Sí, yo vivo en Albal, tengo familia en Catarroja, en Massanassa y en Paiporta. Personalmente no he tenido ningún daño más allá de, bueno, pues un poquito la frustración y lo complicado que se va a convertir ahora el sector cultural aquí en Valencia, pero sí he estado viviendo de primera mano dramas familiares, de amigos, de familias, de vecinos, que lo han perdido todo.
Aparte del soporte emocional que imagino que has ofrecido a familiares y amigos, estos días has ofrecido actuaciones en las zonas afectadas. ¿Nos puedes contar cómo ha sido esta experiencia?
Ha sido algo muy bonito y enriquecedor. Para mí fue un acto de coherencia, he estado en África, en Burkina Faso y en Colombia atendiendo a niños ¿no voy a hacerlo aquí en Valencia, en mi pueblo? Pues claro que sí. Y junto con una asociación, Remor, orquestamos un proyecto llamado SomRiures, en el que realizamos actuaciones de circo, de payasería, de cuentacuentos, para las poblaciones afectadas por las inundaciones.
Durante dos meses, hemos hecho unas 30 actuaciones, había días que hacíamos incluso tres actuaciones en un día. Nuestra intención era ofrecer un espacio para los niños, ofrecer un poco de divertimento, que dentro del drama de todo lo que había ocurrido, tuvieran también ese espacio de desahogo y de risa.
Y fue muy bonito porque nos dimos cuenta de que el simple hecho de crear un evento para ellos, ya no solamente tenía el valor que tenía el evento, sino lo importante que era volver a juntarse con los amiguitos, o volver a jugar en el parque. La excusa de la actuación del circo se convertía en un encuentro vecinal, pero desde la perspectiva de la risa y de la alegría.
Y eso dentro del ámbito en el que nos estábamos moviendo, de la indignación social que había, del desamparo en el que nos sentíamos, juntar a 50, 80, 100 personas que se venían a la plaza para que se rieran, era algo que generaba también un cambio de actitud en ellos y en la vecindad. Eso fue también para nosotros un regalo.
Íbamos con la idea de ofrecer un poco de tiempo de descanso a los niños dentro del drama y nos encontramos que muchos vecinos se volvían a encontrar y era desde la alegría de verse en una circunstancia lúdica y divertida.
¿Cuál crees que es el poder que tiene la risa?
La risa es una herramienta fundamental para la superación de los traumas. La risa a nivel químico nos genera oxitocina y multitud de componentes químicos que ayudan al cerebro a funcionar. Muchas veces nos ocurre que estamos secuestrados por el cortisol, por la tensión, por el estrés, por el drama y no nos queremos lo suficiente como para ofrecernos ese espacio.
Tanto en los hospitales como en los espacios donde he intervenido como payaso, creo que una de las mejores cosas que consigo hacer es generar lo que yo llamo, una bola de buen rollo. El ejemplo es que yo voy a un hospital y hago payasadas con un niño y con su madre, luego cuando viene el padre ya no le cuentan lo mal que ha estado y que se quiere marchar. Le cuentan las payasadas que he hecho con ellos, eso el padre se lo cuenta a sus hermanas, ellas a sus amigas y sobre un tema tan delicado y de duelo para esa familia creamos un nuevo discurso más optimista, más alegre. Ofrecemos esas oxitocinas tan necesarias y ese descanso dentro del drama que da una perspectiva de esperanza y una mirada hacia el agradecimiento. Creo que todos estos beneficios vienen a través de la risa.
¿En todo este tiempo que has sido voluntario de CCONG con quién te gustaría reencontrate?
Cuando estuve en Burkina Faso, hacíamos talleres de manualidades y había un grupo de adolescentes con los que empecé a hacer cochecitos con latas. Tiempo después, uno de los profesores me contó que los chicos habían cogido esta idea, estaban haciendo juguetes y los estaban vendiendo en el mercado como una idea de emprendimiento que surgió de una manera muy natural. Creo que hace ya cuatro años de estos talleres y me gustaría saber cómo les fue y cómo lo vivieron todo eso.


¿Ayudar ayuda?
Para mí es una realidad. El ser humano es un ser social y construye su auto imagen basándose en unos ideales. Cuando abandonamos el ego y el egoísmo, nos volcamos en los demás y ofrecemos nuestra ayuda en realidad estamos también recibiendo una satisfacción tremenda porque estamos superando ese individualismo del ego y estamos dejando algo para que la sociedad sea un poco mejor. Eso nos hace sentir muy bien.
Incluso los psicólogos recomiendan ayudar a los demás para salir de la depresión. Y creo de verdad que es así, cuando ayudas a una persona entiendes que no estás solo y que algún día esa ayuda la puedes necesitar tú y te gustaría también poder encontrarla. Eso si lo multiplicásemos por cada persona construiríamos un mundo mucho mejor, una bola de humanidad. En esta mitad de la vida en la que estoy creo que, de un modo muy humilde, estoy colaborando con esta idea.
Me gusta vivir mi vida pensando que dentro de unos años a saber a cuantas personas habré sido capaz de ayudar aunque sea ayudar a crear un buen recuerdo de una tarde con un payaso riéndose. Cuando tienes momentos duros en la vida haber podido disfrutar de buenos momentos y tenerlos ahí para saborearlos y para convencerte a ti mismo de que la vida no es tan mala… eso no tiene precio y es a lo que yo me dedico.