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CAMINANTES

Arnau Cusó

Voluntario de CC ONG

¿Eres de mar o de montaña?

Soy amante de la naturaleza. Tanto si salgo al mar o a la montaña, para mí lo importante es compartir esos momentos con la familia. Aunque tener el mar cerca (soy de Vilanova i la Geltrú) me ha llevado a hacer muchas escapadas a la montaña, a los Pirineos. También me ha marcado de alguna manera el carácter, siempre he tenido ganas de salir a conocer mundo.

En el año 2002 viajas en una caravana solidaria hasta Malí ¿Nos cuentas un poco cómo fue vuestro viaje?

Nosotros iniciamos la ruta de Sant Sadurní d’Anoia cruzando Marruecos de norte a sur, entrando por Nuakchot, cruzando toda Mauritania. Entrando por Nioro Mali pasando por Bamako y de allí a Hombori. A lo largo de esta ruta fuimos dejando material sanitario, ropa, bicicletas, material de construcción además de un camión Ebro y dos Toyotas landcruiser. En total éramos 9 personas, cada uno además con sus microobjetivos.

Tenías 22 años, eras muy joven, ¿crees que fue una buena decisión?

Me parece que sí, porque te da un recorrido en la vida. En ese momento crees que el mundo funciona de una manera y te das cuenta de que no es la única. Aprendes a valorar todo lo que tienes. Con sus más y sus menos.

Esta experiencia, ¿te ha marcado a la hora de transmitir valores a tus hijos?

Mis hijos son pequeños pero tengo ganas de enseñarles las fotos, que vean en qué condiciones viven otros niños de su edad, que aprecien el contacto con la naturaleza, que para divertirse no hace falta siempre que tengan un juguete, que sean creativos… Sobretodo que aprendan el valor de las cosas.

Eres el propietario de un restaurante de cocina italiana en Vilanova que se llama El Espai Carme y has elaborado una marca de vinos, Vins Cusó. ¿Crees que la experiencia que viviste te ha enseñado también algunas cosas en el área empresarial?

Creo que todo lo que hacemos nos moldea y nos condiciona a posteriori a la hora de actuar. A la hora de valorar las cosas, de tratar de hacer lo máximo posible con los mínimos recursos posibles. Pero sobre todo destacaría l’empenta. Hacer viajes de este tipo donde vas en grupo, a nivel de gestión mental sí que es importante. También aprender a gestionar el corto medio plazo a la hora de buscar resultados. Tener paciencia, trabajar duro y pensar antes de hacer las cosas.

¿Cuáles son las reflexiones que te planteó un viaje como este?

Cruzar Marruecos, Mauritania, llegar a Malí… La sensación de tener que coger un autobús para volver y pensar que a lo mejor pasa o no. Aquí estamos acostumbrados al lo quiero ahora y lo puedo tener. Sales un poco de esa burbuja Europea en la que estás. El sistema capitalista nos da una calidad de vida que nos ayuda a cubrir las necesidades básicas, sin olvidar que aquí también hay muchos problemas, pero también nos desconecta de la naturaleza y nos provoca un estrés diario difícil de gestionar a veces. Después visitas un pueblo en África donde no hay sanidad, ni educación y son muy muy pobres y les ves felices.

¿Qué crees que tienen en África que aquí no tenemos?

Para mí lo principal es el contacto con la naturaleza. En el momento que se construyen las ciudades con tocho y cemento se va desvinculando la persona de su hábitat natural. También hemos perdido a la tribu, nuestro sistema económico no mira por el grupo si no que nos aísla en el individualismo. Lo que importa es el yo yo yo.

¿Qué te ha aportado ser voluntario?

Me ha hecho sentir muy afortunado de haber nacido donde he nacido, sabiendo valorar todo lo que tengo. Poder tener educación, sanidad, vivienda y comida. Aunque ahora el contexto es complicado, ver lo que pasa en países como Malí te enseña muchas cosas. Y como empresario asumir la responsabilidad de crear empleo, generar valor, de transmitir estos valores aprendidos. Conocer culturas nuevas, gente totalmente distinta a uno siempre es enriquecedor. Tengo un recuerdo maravilloso de todas y cada una de las personas que nos encontramos en ese viaje.

Entrevista y fotos de Noemi jariod